San Antonio Tecómitl, Ciudad de México. Jorge Isaac Suárez Melo, de 29 años de edad; Francisco Lenin Bartolo Reyes, de 24; y Diego Elizalde Murillo, de 26; son los últimos apicultores del ejido San Antonio Tecómitl.
Los tres jóvenes apicultores se resisten a dejar la actividad apícola. Junto con los padres de Jorge Isaac: Jorge Suárez Mendoza y Maribel Melo Medina, que tienen cerca de 40 años en la actividad apícola, fundaron en 2013 la cooperativa Construir en Raíces, dedicada a la producción y comercialización de productos de la colmena, amaranto y frutas de temporada.
A aproximadamente 40 kilómetros del Zócalo de la Ciudad de México, en la Delegación Milpa Alta, en las colindancias del Estado de México y Morelos, está la parcela donde desarrollan su actividad, rodeado de pinos, robles y manzanos, mantienen dos apiarios con 40 colmenas cada una que producen alrededor de dos toneladas de miel al año, también aprovechan el polen, propoleo, jalea real y producen hidromiel.
“Desde niño me involucré con las abejas, yo en lugar con plastilina jugaba con cera, es una relación bien cercana. Descubrí su organización y no me cabe duda que nosotros como humanos tenemos que aprender más de ellas. Todos nos involucramos en la familia, desde limpiar bastidores, fundir cera, alambrar”, comenta Jorge Isaac, quien es licenciado en historia, pero su verdadera vocación y herencia familiar es la apicultura.
Su producto lo comercializan actualmente en el Mercado de Productores de la Ciudad de México, que impulsa la Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidades con el acompañamiento técnico de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), así como en el Mercado Alternativo de Tlalpan, en cafeterías y tiendas especializadas.
“Antes se distribuía solo en la comunidad y algunos intermediarios. Ahora en el Mercado de Productores nos ha servido mucho como experiencia para valorar el producto, le da visibilidad a nuestro proyecto. No necesitamos grandes intermediarios y podemos ofrecer nuestro producto de calidad directamente y con un precio justo tanto para el productor como para los consumidores”, afirma Jorge Isaac.
Para la señora Maribel su participación en el Mercado de Productores los ha beneficiado mucho: “primero comercializar, nada de que se nos echan a perder las cosas, no tenemos que buscar un intermediarios y poder platicarles a los clientes para que son buenos nuestros productos, cuáles son sus características y beneficios”.
Además, la Sociedad Cooperativa, realiza una labor importante de educación al consumidor, diferenciando las mieles por cosecha y floración, así como realizando talleres y pláticas sobre apicultura y visitas agroturísticas donde los consumidores aprenden sobre el papel de las abejas en los agroecosistemas, el proceso de extracción de la miel e incluso tienen la oportunidad de colocarse el traje de apicultor y cosechar su propia miel.
Las abejas en peligro
Francisco Lenin es licenciado en producción animal por la Universidad Autónoma Metropolitana explica que las abejas son los polinizadores por excelencia, por encima de otros insectos, aves o murciélagos.
“La abeja, por el número de individuos por metro cuadrado es mucho más relevante que cualquiera de las otras especies, no hay otro polinizador que pueda suplirlos. Casi el 80% de los alimentos son polinizado por las abejas, la polinización por viento o aves se da en el trigo o maíz, lo demás es por abejas”, explica Francisco Lenin.
Es por ello que estos apicultores hacen un llamado de atención: las abejas están en peligro.
“El uso de pesticidas y la falta de biodiversidad floral por la agricultura tecnificada, el síndrome de colapso de la colmena, el cambio climático que cambia las etapas de floración y afecta la producción son algunos de los peligros que tienen las abejas”, afirma Francisco Lenin.
Jorge Isaac resalta otros factores que afectan a las abejas y a la actividad apícola: “Es multifactorial, la urbanización nos está afectando, antes teníamos las abejas más cerca de la zona urbana, ahora nos hemos tenido que ir alejando cada vez más. Enfermedades como la varroa y la africanización, también son grandes enemigos, junto con los agroquímicos y la agricultura convencional”.
“Un mundo sin abejas limitaría la vida del ser humano, la biodiversidad se reduciría, prácticamente nos morimos todos”, asevera Francisco Lenin.
Es por ello que estos apicultores, los últimos de San Antonio Tecómitl, hacen una invitación a todos los que viven en las ciudades: “las personas que no están en vinculación directa con la apicultura pueden ayudarnos comprando miel directamente del productor, para que podamos seguir ejerciendo nuestra actividad, sembrar jardines para que existan flores donde puedan obtener su alimento las abejas, hacer conciencia de la utilización de agroquímicos y si se encuentran a una abeja no matarla, solamente nos pica si las agredimos”, finaliza Francisco Lenin.