«Crisis» turística y sacrificio, escribe Julio César Silva desde el Palco

Ayer concluyó el Travel Mart de Cancún, el segundo mayor tianguis turístico de México después del itinerante que nació en Acapulco. La feria turística caribeña inició en medio de una preocupación por los nubarrones que hay en el futuro en materia de ocupación hotelera y de promoción internacional.
En el corto plazo los pronósticos no son los mejores, pero no es la primera vez que Cancún, el destino ancla de México, enfrenta una situación de este tipo.
En el pasado enfrentó una guerra de tarifas, como consecuencia de una sobre oferta de cuartos que se originó cuando irrumpieron las cadenas españolas con agresivas políticas de abaratamiento.
También se padeció un tiempo por la insuficiente oferta de asientos de avión. Es decir, había menos vuelos de los que se necesitaban para llenar los cuartos de Cancún y una incipiente Riviera Maya.
Hoy el Caribe mexicano, porque ya no se puede hablar solamente de Cancún, enfrenta otra crisis, ésta multifactorial, porque toma a la industria turística sin recursos para implementar una promoción institucional, con un “warning” que en las semanas que siguió a su emisión provocó cancelaciones y una oferta adicional de cuartos que seguirá creciendo de manera importante en los próximos años.
A pesar del “warning” las cifras de ASUR indican que la afluencia turística no ha disminuido, pero la ocupación hotelera sí por la competencia que ahora tienen los complejos hoteleros en las llamadas rentas vacacionales.
La baja en la ocupación es aún más notoria por que el inventario es inmenso. No es lo mismo una temporada baja con 50,000 cuartos que con 100,000. La afectación es mayor y si no se toman medidas para atraer a más turistas, será aún más grave en los próximos dos años cuando se sumen 10,000 habitaciones más.
Indudablemente el problema mayor no es el “warning”, sino diseñar una estrategia, ofrecer nuevos atractivos con los que se puedan conseguir por lo menos dos millones de turistas adicionales a los que llegan actualmente.
La crisis se puede resolver si los empresarios hoteleros demuestran un compromiso que vaya más allá de arriesgar su inversión, un compromiso en el que reporten una ocupación real, para que canalicen la recaudación del impuesto al hospedaje que corresponda a esa ocupación y no una menor.
Hay que dejar en claro que las empresas hoteleras no son las que pagan el impuesto. Son solo retenedoras, porque el gravamen lo cubren los turistas.
De la crisis se saldrá seguramente, como ha ocurrido en el pasado, si cada una de las partes, incluyendo al gobierno, hace su trabajo. Aquí es cuando todos deben poner.
Que el sacrificio no sea solamente de los trabajadores a los que en cada temporada baja se les pide su solidaridad, aunque cada vez pierden más derechos laborales frente a nuevas estrategias financieras con las que las empresas buscan evadir sus responsabilidades sociales.

 


Correo: jsilva@palcoquintanarroense.com.mx
Twitter: @JulioCsarSilva

 

 

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