Hace unos días la secretaria de Turismo de Quintana Roo Marisol Vanegas Pérez dijo que durante los próximos años se pondrán en servicio por lo menos 30,000 habitaciones hoteleras en el Caribe mexicano.
«Hemos detectado que con los desarrollos en proceso de obtener sus permisos de construcción, los que están en desarrollo y otros que se encuentran por iniciar operaciones se sumarán a nuestro inventario unos 30,000 cuartos hoteleros», dijo la funcionaria a una estación de radio.
Marisol Vanegas destacó que esa cantidad de cuartos hoteleros, que se sumarán a los cerca de 120,000 en operación en todo el estado, es muestra de que la entidad sigue siendo un polo que atrae inversiones.
De acuerdo con el dato revelado por la Secretaria, la construcción de tal cantidad de cuartos de hotel equivale a construir un Cancún en menos de cinco años y la generación de por lo menos 120,000 puestos de trabajo nuevos y la llegada de casi 400,000 personas más a una región donde la capacidad de construir infraestructura es superada por la demanda.
Tan solo en Cancún, donde hace seis años fracasó un intento por saber cuántas habitaciones hay en realidad, el 25% de la población estimada en casi un millón de habitantes vive en zonas marginadas.
Además, la infraestructura de servicios de la zona hotelera está superada. Por lo menos desde finales de los años 90 varios hoteles tienen que surtirse de agua potable por medio de pipas, debido a que la red instalada no es suficiente para cubrir las necesidades del principal activo turístico del país, donde ya empiezan a registrarse apagones.
¿Y el drenaje? ¿Y las plantas de tratamiento de aguas negras?
Y eso sin considerar las casas y condominios que son alquiladas bajo el sistema de rentas vacacionales, que también presionan a la infraestructura de servicios.
Todo ese caos se complementa con la cada vez menor inversión del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), el encargado del mantenimiento de la zona hotelera, donde hace años no se invierta para revestir la carpeta asfáltica de la avenida Kukulcán.
Quizá por ese panorama que el nuevo presidente de la Asociación de Hoteles de Cancún y Puerto Morelos Roberto Cintrón Gómez lanzó una serie de interrogantes la semana pasada cuando asumió el liderazgo de ese organismo ante el gobernador Carlos Joaquín González y los presidentes municipales Laura Fernández Piña y Remberto Estrada Barba.
«Tenemos que definir qué tanto más se puede construir, qué pasará con el drenaje, dónde vamos a poner tanta basura y hasta dónde podemos seguir dañando al medio ambiente», dijo Cintrón Gómez.
«Las nuevas inversiones deben acompañar respuestas a esas interrogantes», subrayó.
Esa preocupación del nuevo líder de una agrupación normalmente despreocupada de lo que pase con su entorno, ocupada más en el desarrollo de los proyectos que en su impacto es sin duda novedoda que hay que tomar muy en cuenta.
Quizá ha llegado el momento de reducir la velocidad del desarrollo, hacer un alto para ocuparse de las desviaciones que se han tenido y dar prioridad a la atención del rezago acumulado principalmente en los municipios importantes.
A principios de los años 90 grupos ambientalistas plantearon una morotoria en la construcción de complejos turísticos.
Hoy los hoteleros se preguntan sobre la conveniencia de ello.
Sin duda, algo habrá que hacer o lo que ocurre en Holbox será nada con lo que pueda ocurrir sólo con Cancún.
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