Por Dr. Carlos Baquedano
Recuerdo con nostalgia una anécdota que nos contaba mi mamá de cuando una comadre suya nos invitó a comer. En ese tiempo, yo era un niño pequeño. El diálogo que sostuvieron entre ellas fue el siguiente:
Dijo la comadre:
-¿Le sirvo arroz al niño, comadrita?
Mi mamá contestó:
-No comadrita, muchas gracias, al niño no le gusta.
Sin embargo, a pesar de la respuesta de mi madre, la comadre me sirvió una ración de arroz y cuenta mi mamá que me la devoré como si fuese mi última cena. Al terminar mi plato, la comadre sonriendo dijo:
-No es que no le guste el arroz al niño, lo que sucede es que usted no se lo da.
¿Les recuerda algo esta anécdota? No cabe duda, EL PAN AJENO, HACE AL HIJO BUENO.
Es muy común en mi práctica profesional, que las mamás acudan a consulta pidiendo vitaminas o medicamentos porque los niños no quieren comer.
¿Por qué no quieren comer los niños?
Los niños recién nacidos deben ser alimentados única y exclusivamente con lactancia materna y casi no existen justificaciones para no hacerlo. Esta lactancia materna se debe dar cuando menos hasta los 6 meses, pero se puede seguir otorgando sin ningún problema hasta los 2 años de edad (siempre y cuando la mamá aguante los mordiscos).
El tomar medicamentos analgésicos, antibióticos, para la presión, entre otros, no son indicativo de suspender la lactancia materna.
De igual forma existe la creencia que los bebés no se llenan y les dan fórmula como complemento. Esto es un error, pues el bebé aprende que no es necesario succionar para que salga la leche de la mamila y después de un breve tiempo de estar mamando de los senos, llora pidiendo la mamila. Esto va a favorecer que poco a poco, el niño abandone la lactancia materna. Los cólicos del lactante, pueden ser interpretados como hambre y los papás piensan que el niño no está satisfecho y otorgan mamilas con fórmulas para complementar la lactancia.
También, es muy común que las mamitas digan que no tienen suficiente leche. Situación que no es cierta, puesto que las glándulas mamarias son eso, glándulas no tanques de almacenamiento, así que mientras exista el estímulo de la succión, se seguirá produciendo leche.
Hagamos un ejercicio: Les pido que cierren sus ojos y sequen su boca tragándose toda su saliva. Ya teniendo seca la boca, piensen en un mango amarillo, jugoso, bañado en salsa picante con limón ¿Qué sucedió? El estímulo que se generó al pensar en el mango, propicio que las glándulas salivales produjeran saliva y de forma inmediata nuestra boca quedó húmeda. Es lo mismo que sucede con la lactancia. Mientras haya estímulo y suficiente hidratación, se producirá suficiente leche materna.
Conforme el bebé va creciendo, debe empezar a comer alimentos sólidos a partir de los 6 meses de edad. A esto se le llama ablactación.
En algunos bebés, las mamás inician antes la ablactación pues dicen que se le antojó al niño y bajo esta premisa, le dan alimentos a temprana edad, alimentos que incluso son inapropiados. La realidad es que a los niños no se les antoja la comida. Cuando los niños nacen, son una maquina maravillosa de imitación, pues empiezan a copiar las conductas de las personas que los rodean y de esta forma aprenden. Entonces, cuando los bebés abren la boca mientras una persona come junto a ellos, simplemente están imitando.
De igual forma, a los bebés se les debe iniciar la ablactación con alimentos naturales, evitando las conservas. Estos alimentos no deben llevar condimentos, incluidos la sal o el azúcar. Los niños no lo necesitan, comen de todo aunque no tenga sabor. Es un proceso de adaptación de la lengua lo que propiciará que coman dulce o salado, agrio o condimentado.
No es recomendable que los menores de un año coman huevo, chocolate, mariscos, cítricos, fresas. Estos alimentos pueden ocasionar alergias.
Otra práctica común en las familias, es que las mamás empiezan a seleccionar los alimentos para sus hijos, les quitan residuos, las orillas al pan y la tortilla, etc. Esto no se debe hacer. La salida de los dientes en los niños, que es a los 6 meses en promedio, nos indica que ya pueden empezar a comer sólidos, inicialmente en forma de licuados y conforme la edad avance en forma de papillas de diferentes texturas hasta poder comer los alimentos como se sirven.
Otro error grande es el pretender que los niños coman como adultos ¡Eso nunca va a suceder mamitas! Los niños son eso, niños y su principal actividad es el juego, incluyendo a la comida.
Cuando el niño ya tiene la habilidad para tomar la cuchara y llevársela a la boca, es recomendable, sentarlo en su silla de bebe y servir la comida al igual que el resto de la familia. Recordemos el proceso de imitación. Al inicio, el niño jugará con la comida, manchando todo, pero es parte del proceso de aprendizaje. Es importante que a la hora de la comida, no tener juguetes en la mesa, ni encender el televisor o tener algún distractor para el bebé y no pueda realizar el proceso de imitación.
Otra situación común es que las mamás (o las abuelitas) persigan al niño alrededor de la mesa, cuchara en mano, con el propósito de que este coma. El niño vuelve esto como un juego y no come. En otras ocasiones, el cuidador pierde la paciencia y quiere obligar al niño a comer. Le abre la boca, le introduce a la fuerza la cuchara y el niño solo llora. Tampoco esto es correcto.
Si el niño no quiere comer, no lo obligue. Deje su comida servida y cuando pida de comer, désela. No le de galletitas, juguitos, yogurt o leche por pensar que que como va a ser posible que el niño no tenga nada en su estómago y aunque sea que coma lo antes mencionado. Eso es un error. Si no querer comer, no lo obligue. Cuando tenga hambre comerá todo lo que haya, aunque no le guste. Es cuestión de disciplina y enseñanza. Sin embargo, se debe estar alerta, pues hay enfermedades como la rinitis alérgica, la parasitosis intestinal u otras patologías que pueden causar hiporexia (disminución del apetito).
Nuestro hijos comen lo que nosotros les enseñamos a comer. Los hábitos alimenticios, son conductas que se adquieren en la familia a través del aprendizaje. Es por eso que los niños comen en otros lugares lo que en casa no quieren comer. El pan ajeno, hace al hijo bueno.
Aunque efectivamente, existen medicamentos estimulantes del apetito, la mejor forma de que los niños coman bien y de todo, es enseñándolos.
La base de la salud de un adulto sano, es la alimentación balanceada y la adecuada nutrición en su niñez. Obsequiemos a nuestros hijos el regalo del plato del buen comer.
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