Aluxe permite a Cancún tener su éxito
Sin su permiso, Cancún no podía ser. Un Aluxe marcó este inicio, pidiendo respeto y veneración para seguir adelante. El Puente Cancún tuvo que contemplar dentro de todo su diseño e infraestructura una pirámide de respeto a ese ser y a esa cultura que hoy le permite a Cancún su éxito.
Sin el permiso de un Aluxe, no podría haberlo logrado y ello le recuerda que ante todo está en tierra de mayas y debe apegarse a todo lo que dicten sus creencias, sus construmbres y porqué no, sus mitos y realidades.
El Puente Cancún, que revela y guarda respeto a ese poder que otorga el personaje mítico que no se ve pero que existe y así lo terminan aceptados todos, los sacerdotes de la cultura maya hasta el más preparado de los ingenieros o arquitectos que pretenda desarrollar una obra en el destino.
La luz de una pequeña pirámide debajo del puente narra su historia y esa relación que une a la gran civilización con el desarrollo turístico y que sin el permiso de un Aluxe no podría haberse concretado.
Dario Flota, académico y director del Fideicomiso de Promoción Turística de la Riviera Maya señala que un Aluxe, es un ser de luz, juguetón que silva y avienta piedritas sino le has pedido permiso. Protege el campo y otorga la protección de la siembra, si al campesino se le olvida venerarlo, “no se le dará la cosecha”.
Y así fue para Cancún y su puente, al arquitecto se le olvidó solicitar el permiso y cada mañana, el puente presenta dificultades para su construcción. Una vez más, y el puente no se daba, no se lograba terminar, se caía lo que se construía un día anterior, no estaban las herramientas, aparecían en otro lado.
Uno de los trabajadores de la región le indicó al gran conocedor que debía pedir permiso, que debía hacerlo si quería seguir adelante y así fue, un sacerdote maya se encargo de los preparativos, de la ceremonia y hoy esa infraestructura luce su pequeña pirámide debajo del puente, que se ve, se ilumina, lo sostiene y un Aluxe está feliz y contento.
Dario comenta que muchas obras en la región tienen este recordatorio, desde hoteles cerca de Chichen Itzá, Tulum, hasta casas habitación, edificios de Gobierno y otras, el permiso es fundamental y un pequeño montículo de piedras, una piramide pequeña que asemeja un centro ceremonial maya, y que a primera vista pudiera estar fuera de todo concepto que representa la obra, ha sido destinada a estos seres que protegen y siguen peleando por la cultura viviente en la región que hoy comparte el gran éxito turístico.
En todo el corredor peninsular, desde hoteles, escuelas, bardas o simples casas, se ha tenido que pedir permiso, que entablar un acuerdo, que compartir con ese ser travieso que pide atención si es que “se quiere tener cosecha”.