Julio César Rodríguez: Árbitro cancunense alcanza 600 finales en 20 años de trayectoria

Cancún, Quintana Roo.- La noche del viernes 20 de diciembre, fue histórica en la cancha de la unidad deportiva de la región 95, cuando el árbitro cancunense Julio César Rodríguez escribió una página histórica en el fútbol de Cancún y quintanarroense al dirigir su final número 600 a lo largo de 20 años de trayectoria en las canchas.

Con 38 años de edad y 20 dedicados al arbitraje, Julio César llegó al partido histórico acompañado de su familia, quienes lo han apoyado a lo largo de su destacada trayectoria. Al finalizar el encuentro, entre los equipos Chapulines y Paseo del Mar de la Liga Nocturna Primera Fuerza, levantó las manos al cielo en señal de agradecimiento, marcando un momento emotivo y significativo en su carrera.

UN RECORRIDO LLENO DE ÉXITOS
Julio César comenzó su camino en el arbitraje a los 19 años, debutando en su primera final en el torneo Inter Regiones en Cancún, donde se enfrentaron Real 77 y Real 103. Desde entonces, ha pitado en cada rincón del estado, sumando experiencia y consolidándose como una figura respetada en el fútbol quintanarroense.

Su profesionalismo lo llevó a formar parte de la Liga Premier y la TDP MX, donde tuvo una carrera profesional de una década, de la que se retiró en 2019 para enfocarse en el fútbol amateur, convirtiéndose en referente del gremio arbitral.

LA FAMILIA, SU MOTOR
Julio César celebró este logro acompañado de su esposa Karen Sveidy López Puc y sus hijos César (18 años), Gustavo (11 años) y el pequeño Franco, de apenas 8 meses. “Mi familia es el pilar que me ha permitido mantenerme firme en este camino lleno de retos, pero también de satisfacciones”, declaró.

Este récord no solo enaltece su trayectoria, sino que inspira a las futuras generaciones de árbitros en Quintana Roo, demostrando que la dedicación, disciplina y pasión son la clave para trascender en el deporte.

Julio César Rodríguez deja claro que el arbitraje no es solo un trabajo, sino una vocación que, cuando se vive al máximo, deja huellas imborrables en el campo y en el corazón de quienes lo practican.

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