Qué tanto conoces a Lito Joaquín?.
Acceder a él es fácil, platicar con él, aunque sean dos minutos seguidos, es lo difícil. La cita fue en su casa, hace ya varios días atrás. Una casa, adecuada a los tiempos que vive el actual presidente municipal de Cozumel. En donde el comedor, igual sirve para lo que habitualmente está hecho, como centro de operaciones de su equipo de trabajo, o de recinto de tema difíciles e incluso, como sala de juntas. En pocas palabras, el trabajo va, a donde vaya el inquieto alcalde.
Si hiciéramos una descripción de Aurelio Omar Joaquín González, diríamos que es un hombre joven de apariencia frágil, de pinta de joven de la “alta”, portador de unos espejuelos muy bien diseñados para su delgado rostro, proveniente de una familia bien, de vestir impecable, que sin embargo porta sin aspavientos de moda; de habla incansable y de movimientos ágiles y rápidos, que a decir verdad, poco tiene en común con el Lito que lleva dentro de su alma, de su cerebro y de sus pensamientos.
Lito, apelativo cariñoso desde sus años de infante, nació en la legendaria “Kosom, Lumil”, “Tierra de las golondrinas”, es decir Cozumel, hace ya 36 años, aunque debo decir que representa menos de eso.
Mientras espero pacientemente “mi turno”, veo pasar una fila interminable de rostros. Unos ocasionales, otros del “equipo”. Un equipo que le lee la mente en algún momento determinado y que le sigue el paso, con un verdadero esfuerzo. Dicen que no todos llegan a terminar el día con la misma energía que él…y se los creemos.
De repente voltea su mirada y pregunta: ¿Lo viste? La vida de un político es complicada, hasta en la casa tengo que atender ciertos asuntos. La verdad, lo hago con gusto, por vocación, lo disfruto en serio. Muchos no lo entienden –me explica-, y se les hace raro, pero, así es mi vida y me gusta
Así, luego de varias horas de presidir una serie de reuniones de trabajo, de dar instrucciones sobre cual o tal tema, de hacer una broma, o de resolver asuntos de “estado”, finalmente Aurelio se sienta en un cómodo “sofá”. A mi alrededor las fotos familiares son las que dominan el escenario. Una de ellas, de la cual dice atesora, es la que plasma la imagen de su esposa María Luisa Prieto, con sus dos hijos María Luisa y Miguel. De ella dice es su fuerza y empuje. De ellos, que son su motor. Con su clásica entonación que imprime en su fonética, comienza con lo que más le gusta y le apasiona –según nos comenta-la política y Cozumel.
Nieto de Aurelio Joaquín Ibarra -de quien heredo el nombre-, una figura muy especial en su vida -nos comentaría mas tarde-, con quien compartió una parte feliz de su infancia y juventud y, quien influyó determinantemente en las decisiones mas importantes de su vida futura.
Lito se dice orgulloso de su estirpe, la prolifera y extensa familia Joaquín. Su padre, Miguel Joaquín Domínguez, uno de los pocos a quien el joven presidente municipal “se le cuadra” y en serio, ha sido y es, determinante a la hora de los consejos, aunque nos aclara, el tiene sus propias decisiones. De ellos dice, heredo el amor y dedicación al trabajo. Desde siempre y a pesar de la condición económica estable de su familia, fue educado para ganarse peso tras peso.
De doña Beatriz González de Joaquín, “Tichi”, su madre, ha conocido la ternura y amor incondicional, así como de su abuela Carmita Domínguez de Joaquín. Su partida, como la de su abuelo Don Aurelio, fueron momentos duros, difíciles en su vida.
Del “clan” Joaquín ya hablaría más tarde, largo y tendido. Pero aclara, de inmediato que Pedro Joaquín, el “tío Pedro”, termina siendo para el, uno de los modelos a seguir. El ha sido un hombre con una sapiencia insuperable, un hombre que ya superó el grado político, y que se ha ido a dimensiones inmensurables, con un lugar privilegiado en la política; lugar que muchos aspiramos llegar.
También habla de Addy Joaquín, una mujer valiente-dice-, una mujer que hoy, se a alejado un poco de la política, una mujer con la cual me toco vivir en varias batallas. Fui su secretario particular en la cámara de diputados, con ella empecé. Al final de cuentas, Addy tomo su decisión política y desde ahí, vio y ve por un mejor Q Roo.
Yo he sido siempre muy entregado al trabajo, muy activo y creo que en estos 100 días he tenido un desgaste físico. Ayer por ejemplo, dormí cuatro horas, ¿tu crees? Y hoy, pues quien sabe, hay tantas cosas que hacer.
Y sí, acabábamos de ser testigos de varias reuniones con distintos grupos empresariales. Recién había firmado un convenio jugoso, con grandes beneficios para sus paisanos cozumeleños. Me siento contento, nunca antes se había firmado uno así en la historia de Quintana Roo, al menos eso es lo que me dijeron –refiriéndose a los directivos de ese famoso grupo-.
Mientras me comenta lo anterior, me viene a la mente el Aurelio estudiante y profesionista. Aunque sus estudios primarios y secundarios lo realizó en su natal Cozumel, estaría varios años fuera del terruño: un tiempo en Nueva York y otros muchos en la ciudad de México. Regresó con dos títulos, una maestría, algunos diplomados bajo el brazo y muchos proyectos políticos encubándose en sus sueños.
Luego de más de dos interrupciones, y de venirme a la mente los recuerdos de años atrás, cuando conocí al aún Lito, antes de que surgiera Aurelio. El joven y dinámico político que ha estado más de una vez en la polémica y en el caldero y que ha salido victorioso. En un torbellino de dimes y diretes que lleva consigo el pertenecer no sola a la vida política, sino a una de las familias más emblemáticas de Cozumel y del Quintana Roo de ayer y hoy.
Y es el político el que habla, con tanta rapidez que sus palabras se atropellan una a una. Tengo que confesar que me siento raro –dice espontáneo-, extraño mis tiempos de candidato. Y espero que no me mal interpreten, es que añoro esa convivencia que se da cuando recorres las calles, las casas, que sientes el alma y el corazón a través de la manos que se te extienden, buscando las tuyas.
Desde que estoy como alcalde, el tiempo me falta para repetir esa experiencia. Hay tanto que resolver, tanto que hacer que el día se me va, sin siquiera sentirlo. Tengo que arreglar mi agenda pero, espero que esa gente que extraño, nos dice agitando con esas manos que hablan con sus movimientos.
Sin embargo –continua-, tengo que reconocer que modestamente, me siento orgulloso de los logros que ha tenido mi gestión en los meses que hemos trabajado. Fíjate –y se quita los lentes de un tirón-, somos actualmente el municipio número 1 en recaudación de impuestos de la Zona Federal Marítima, la Zofemat. Me entusiasman esos logros.
Y sin tomar respiro, ni un motivo a la interrupción, continúa. Porque además, están los recursos federales y estatales que hemos logrado bajar para Cozumel. Te estoy hablando de casi 1028 millones de pesos que beneficiarán de una u otra manera a mí querida isla. Y no es por nada, pero, nadie lo ha hecho hasta ahora –nos recalca orgulloso-.
Y tiene razón. El tema del adeudamiento de los municipios ha sido uno de los puntos recalcitrantes y espinosos a la entrada de las nuevas administraciones de los 9 municipios en el estado. Simplemente Cozumel, ha estado catalogado como uno de los más endeudados y complicados en sus finanzas.
Tanto así, que fue uno de los puntos de conflicto entre los dos últimos predecesores de Aurelio Joaquín. Sin embargo, el actual alcalde lo ha tomado con madurez y con gran sentido de responsabilidad, ya que comenta, “no puedo darme el lujo de perder el tiempo en quejarme de arcas municipales vacías”. Lo que fue ya pasó, lo que nos corresponde ahora es tratar de enderezar el barco, sin buscar culpables, solo soluciones que nos ayude a resolver el caos financiero. ¿Qué ganaría quejándome todos los días de la ausencia de recursos? Nada. Al contrario, el desgaste sería mayor, y quizá caería mal.
Además, necesitamos un partido fuerte y un municipio sólido. Sin fracturas. Creo que lo mejor es buscar soluciones y tomar lo mejor de cada administración que me antecedió. De otra manera, se fractura nuestro partido al cual todos pertenecemos, se fractura Cozumel, al que todos queremos. Lo que estoy haciendo es retomar los proyectos o programas que hayan dejado y que beneficien a la comunidad. concluyó.