Fin de año, tiempo de múltiples fiestas, celebraciones, motivo de reuniones, convivios y demás. Y junto con estos festejos vienen también los excesos, tanto de comidas y postres como en la ingesta de alcohol y bebidas azucaradas.
En medio de la alegría que la convivencia nos genera, olvidamos los buenos hábitos alimenticios y el cuidado de la salud, y no importa si añadimos unos kilos extra y aumento de tallas a nuestro cuerpo, bajo el argumento que la ocasión lo amerita. Sin embargo, esta situación se torna más delicada para aquellos que sufren alguna enfermedad crónico degenerativa como puede ser diabetes, hipertensión arterial o cardiopatías entre otras, pues olvidan que las enfermedades no se toman vacaciones ni se les puede aplicar el modo avión (como el que se aplica al celular para que siga funcionando sin consumir datos), condicionando que este descuido les provoque desajustes en su enfermedad y en consecuencia surjan complicaciones.
Los atracones (comer en exceso en cada comida) son comunes en estas épocas, condicionados por la abundancia y por el cariño que las familias y amigos se demuestran cuando comparten con insistencia y amor lo que han preparado.
Como todos sabemos, en nuestra sociedad es parte de la cultura del festejo, que la bebida y la comida no falten, y nos organizamos para compartir la mesa, ya sea de una manera formal o bien, informal con botanas y refrescos. Y las fiestas de fin de año son la ocasión perfecta para convivir y compartir.
Dichos festejos se convierten en un factor amenazante para la salud debido a que además de las cantidades de alimentos y bebidas que se consumen, también influye la periodicidad.
¿Qué es esto? La frecuencia con que estas reuniones se realizan. En fin de año tenemos varios motivos para festejar, y ese mismo objetivo es con la familia, los distintos grupos de amigos, compañeros de trabajo o escuela, y así las reuniones pueden ser tan frecuentes que incluso la agenda queda saturada de compromisos sociales, pues en estas fechas no importa si es entre semana o fin de semana, hasta a diario podemos celebrar con unos y otros.
¿Es malo? Por supuesto, ya que nuestro cuerpo no está preparado para desechar todas las toxinas generadas por los excesos ni quemar las calorías acumuladas, traduciéndose en aumento de peso, acumulación de grasa no sólo abdominal sino también en vísceras internas como el hígado y el corazón, con el incremento en consecuencia de los niveles séricos de colesterol y triglicéridos en la sangre.
Es en esta época cuando los servicios de urgencias y consulta externa en las clínicas presentan un incremento en la atención de enfermedades digestivas como gastritis, enfermedad por reflujo gastroesofágico, dispepsia, colitis, pancreatitis, indigestión, diarreas ocasionadas por hipersensibilidad a los alimentos, estreñimiento y constipación, presencia de hemorroides y otras enfermedades que pudiesen presentarse.
La ingesta de medicamentos de libre venta para la indigestión presenta un incremento en su demanda, incluso, porque la secretaría de salud así lo permite en nuestro país, los medicamentos de empleo delicado para control de enfermedades digestivas, presentan un incremento en sus ventas.
Es inevitable sustraerse del festejo (los que tienen la fortuna de tenerlo). Sin embargo, no se debe perder de vista la importancia del cuidado en la cantidad y calidad de alimentos. Y me refiero a calidad con los alimentos altamente condimentados, grasosos, azucarados e incluso a los alimentos de días previos (recalentados), los cuales se pueden descomponer por manejo inadecuado o mala refrigeración de los mismos.
La ingesta de alcohol merece mención especial. Es bien sabido por todos que el consumo de grandes cantidades condicionan silentes problemas de salud, que se traducen en enfermedades hepáticas con el paso de los años. Sin embargo, el exceso de consumo de alcohol en un solo evento, puede condicionar congestión alcohólica, misma que se refleja en pérdida del estado de conciencia, deshidratación, hipoglucemia, hipotensión arteria y muerte. Esto es condicionado por la incapacidad que presenta el hígado de eliminar el alcohol cuando se ingiere en exceso, de forma rápida por períodos prolongados. La congestión alcohólica puede ser tan grave que incluso provoca la muerte al individuo que la sufre.
Con lo anterior, nos podemos dar cuenta que el exceso de alimentos y bebidas común en las épocas de fin de año, es completamente dañino para nuestra salud.
Pero los festejos han terminado y el año nuevo nos da la oportunidad de revertir todas las agresiones al cuerpo, por lo que les doy los siguientes consejos:
Sube a una báscula y entérate cuántos kilos has subido. Si no has subido de peso, felicidades, si subiste pues este es el mejor momento para iniciar un programa que te permita bajar de peso. Haz ejercicio, come sanamente y si te es factible, acude a un profesional para que te ayude en esto. Lo más adecuado es acudir con un médico que se especialice en este tipo de situaciones (control de peso) o con un nutriólogo, pero teniendo en cuenta que los nutriólogos NO ESTAN AUTORIZADOS para recetar u otorgar medicamentos, si así lo hicieran, duda del profesionalismo de este Licenciado en Nutrición. Los médicos nos apoyamos en los nutriólogos, pero los nutriólogos no son médicos.
Evita las dietas milagro. Por lo general este tipo de planes alimenticios dan resultados efímeros o son ineficaces. Otro error es dejar de cenar u omitir alimentos, ya que el cuerpo lo interpreta como una carencia volviendo más lento el metabolismo imposibilitando perder peso e incluso subiendo más con el paso del tiempo. Mención aparte merecen los productos milagro que ofrecen resultados sin cambiar hábitos alimenticios o sin hacer ejercicio. Habitualmente se venden estos productos con modelos de cuerpo escultural que distan mucho de los resultados que en realidad se pueden obtener. Los laxantes y diuréticos, no sirven para bajar de peso.
El ejercicio es indispensable para poder bajar de peso. De nada sirve tener un adecuado plan alimenticio si no se hace ejercicio. Se recomienda una rutina de ejercicio de 20 a 30 minutos de forma continua. Conforme se va teniendo mejor condición física, se puede incrementar la intensidad y el tiempo del ejercicio.
El agua es vital para poder bajar de peso. Los adultos deben tomar de 1 a 3 litros de agua al día. De igual manera, es necesario dejar de consumir refrescos y jugos embotellados, néctares y jugos concentrados, así como aguas y bebidas preparadas con azúcar. Así también, las bebidas deportivas no son recomendables como ingesta diaria o durante el ejercicio. Este tipo de bebidas son para usarse en deportes de alto rendimiento.
La disciplina y el compromiso con uno mismo son los elementos indispensables para conseguir los objetivos planeados.
Recuerda ponerte en mano de los expertos para conseguir los mejores resultados.
Dr. Carlos P. Baquedano Villegas
Especialista en Medicina Familiar
Cancún, Quintana Roo, México. Enero del 2019