Cancún, Quintana Roo, México. 01 de Mayo del 2024.- Hace unos días, llega a mi consulta un paciente de 35 años de edad, el cual refiere sentirse bien, pero acude obligado por su esposa, quién se inquietó debido a que un amigo cercano a la familia de manera repentina y sin presentar malestar alguno se enfermó de gravedad.
El paciente insiste en que se siente muy bien y que es una pérdida de tiempo venir al médico, pero con tal de que esposa lo deje tranquilo aceptó consultar.
Al interrogarle, encuentro que el paciente tiene el antecedente de que ambos padres son diabéticos e hipertensos al igual que un hermano mayor. No hace ejercicio desde hace mucho tiempo por su sobrecarga laboral lo que condiciona que en su día libre se tome unas cervezas para relajarse. Fuma desde que tiene 18 años unos 2 a 3 cigarrillos por día.
Al examinar al paciente encuentro que tiene una presión arterial de 145/95 milímetros de mercurio, insistiendo el paciente en que esto no puede ser porque él siempre tiene la presión baja. Sin embargo, no acude al médico rutinariamente y de hacerlo, lo hace de vez en cuando, sólo si se ha enfermado.
Al momento de pesarlo, encuentro que tiene 98.5 kilos con una estatura de 1.62 mt lo que arroja un índice de masa corporal de 38.48 kilos por metro cuadrado.
A la exploración física, observo que tiene el cuello, las axilas y la región inguinal de color oscuro, abdomen globoso con un perímetro abdominal de 125 centímetros y una cadera de 119 centímetros.
Después de revisarlo, de primera instancia le comento que tiene Obesidad Grado 2, Acantosis Nigricans que puede estar en relación a resistencia a la insulina o diabetes, presión arterial elevada que puede indicar Hipertensión Arterial sistémica.
A lo anterior se agregan los factores de riesgo de sedentarismo, tabaquismo, ingesta de alcohol y familiares con enfermedades crónico degenerativas.
Se le indica la necesidad de realizarse un Monitoreo Ambulatorio de Presión Arterial (MAPA) para establecer el diagnóstico de Hipertensión Arterial, así como estudios de laboratorio de sangre y orina.
El paciente se realiza estos procedimientos que confirman la presencia de Hipertensión Arterial Sistémica, así como elevación importante de los niveles de glucosa, colesterol y triglicéridos, concluyéndose también en los diagnósticos de Diabetes e Hiperlipidemia Mixta.
En síntesis, al paciente que inicialmente se refería asintomático, se le establece el diagnóstico de Síndrome Metabólico, como se llama al grupo de padecimientos que se presentan al mismo tiempo y aumentan el riesgo de una enfermedad cardiaca.
Lo peligroso de este paciente, es que, por su misma juventud, el estar ocupado en sus actividades laborales y su dinámica acelerada de vida, le hace pensar que está sano por no presentar ningún tipo de síntomas o por no dar importancia a los cambios o manifestaciones clínicas que el cuerpo demuestra en un proceso de enfermedad crónico degenerativa.
Y es peligroso porque el paciente está enfermo, pero no se siente mal y, en consecuencia, estas enfermedades van avanzando de forma silenciosa provocando complicaciones a otros órganos y sistemas del cuerpo, conocidos como órganos blancos, los cuales, al complicarse, ya muestran síntomas evidentes de que el paciente está enfermo en estadíos avanzados.
Desafortunadamente, a pesar de los grandes avances de la ciencia, de que en las redes sociales y en los medios de comunicación se difunde la necesidad de revisarse de forma periódica, las personas no acuden a estos chequeos rutinarios preventivos por considerarlos innecesarios o porque piensan que es un desperdicio de dinero y pérdida de tiempo.
Pongamos el siguiente ejemplo:
Has comprado un auto nuevo y en la agencia te indican que debes acudir a realizarle el servicio cada 5 o 10 mil kilómetros o cuando menos cada 6 meses. Aunque tu auto funcione perfectamente, lo llevas a realizarse ese servicio preventivo y de ajuste.
¿Por qué si eres cuidadoso con un vehículo no lo eres con tu cuerpo?
Muchas podrían ser las respuestas, todas válidas en base a las condiciones de vida de cada persona, pero siempre será necesario prevenir para detectar una enfermedad desde su inicio y evitar así las complicaciones.
Pongamos otro ejemplo de auto:
Si vas conduciendo tu auto y le escuchas un ruido en el área del motor ¿solucionas esto subiendo el volumen del equipo de sonido? Obviamente no seguirás escuchando el ruido, pero el daño se incrementará hasta convertirse en una costosa reparación.
En todas las etapas de la vida es necesaria le medicina preventiva.
Los niños, en la vigilancia de su crecimiento físico y desarrollo neurológico, Los adolescentes con sus cambios hormonales que favorecen un desarrollo físico. Los adultos jóvenes, maduros y mayores, con la detección de enfermedades crónico degenerativas como las previamente mencionadas.
La detección oportuna de enfermedades es un factor favorable en la resolución de las mismas o en el retardo de las complicaciones propias de la enfermedad.
Mientras mas edad tenemos, más se incrementa nuestro riesgo de enfermarnos, situación que a su vez se complica con nuestros antecedentes hereditarios o personales.
Lo más valioso que tenemos como seres humanos, es la salud. Por eso es importante cuidar este tesoro.
El acudir a una valoración médica no es un desperdicio de dinero o de tiempo, es una de las inversiones más valiosas que podemos realizar para tener una mejor calidad de vida.
Prevenir es vivir. Tengámoslo en cuenta para nosotros mismos y nuestra familia.
No dejes de ir a visitar a tu médico
Dr. Carlos Primitivo Baquedano Villegas
Especialista en Medicina Familiar