Heridas, escribe el Dr. Carlos P. Baquedano Villegas
Cancún, Quintana Roo, México. 01 de Enero del 2025.- Es muy común hacerse heridas y lesiones durante la cotidianidad de la vida. En el hogar, en el trabajo, en lugares de esparcimiento, en el campo. En todos lados podemos sufrirlas.
Un aliado que nos protege de las lesiones es la piel, órgano vivo, flexible, resistente, impermeable y con capacidad de regenerarse.
En una persona adulta que se encuentra con un índice de masa corporal adecuado (que no tiene sobrepeso u obesidad), la piel tiene una superficie aproximada de 2 metros cuadrados con un peso variable entre 3.5 a 5 kilogramos dependiendo del género. La piel más gruesa y resistente se encuentra en las palmas de las manos y las plantas de los pies. En estas zonas, la epidermis, la capa más externa de la piel, puede llegar a tener un espesor de 1 a 5 mm, mientras que en el resto del cuerpo es de alrededor de 0,1mm.
La piel de otras zonas, como la cara, los pliegues y las zonas de flexión y extensión, es más fina. La piel que rodea los ojos es especialmente delicada y necesita un cuidado apropiado.
También en nuestro organismo contamos con otra barrera de protección, la cual recubre los órganos internos y los orificios del cuerpo. Este recubrimiento de tejido húmedo se conoce como mucosa, mismo que se encuentra en las cavidades y conductos como la nariz, la boca, los pulmones, el tracto digestivo, las vías urinarias y genitales. Su función es proteger y secretar mucosidad, un líquido espeso y resbaloso que las mantiene húmedas.
Una herida se define como un daño a la piel o mucosa que provoca una solución de continuidad, causada por accidentes, caídas, golpes, quemaduras, armas u otras circunstancias. Las heridas también pueden ser causadas por procedimientos médicos, tumores o crecimientos, presión o compresión en áreas óseas.
Las heridas llegan a considerarse graves dependiendo de su profundidad, extensión, localización, suciedad, cuerpos extraños o signos de infección.
Al ser vulnerada la defensa protectora de nuestro cuerpo, se expone el tejido vivo a la entrada de bacterias y hongos. Estos últimos pueden entrar en la piel de varias maneras: por contacto directo (Al entrar en contacto con personas o mascotas infectadas) o por contacto indirecto (Al entrar en contacto con elementos como por ejemplo máquinas para cortar el cabello, cabello de personas infectadas, duchas o pisos de duchas, zapatos, calcetines, etcétera).
Con respecto a las bacterias, éstas pueden causar infecciones en la piel, ya sea en un plano superficial o bien, afectar capas más profundas.
Las bacterias más comunes que causan infecciones en la piel son los estafilococos y los estreptococos.
La mayoría de las veces, las bacterias que se encuentran en la piel como parte de la microbiota normal, no provocan problemas o causan infecciones relativamente menores. Sin embargo, algunas bacterias pueden provocar infecciones cutáneas, como el impétigo, la foliculitis, la forunculosis, el ántrax, los abscesos cutáneos, la celulitis y la erisipela, sin necesidad de una herida evidente.
Ya sabiendo todo esto ¿Qué debo hacer si sufro una herida?
Para tratar heridas en la piel, puedes seguir lo siguiente:
Lava las heridas con agua y jabón o un limpiador antibacteriano para evitar infecciones de manera inicial.
Las heridas en úlceras venosas, heridas crónicas como las del pie diabético, quemaduras superficiales de primer y segundo grados, entre otras lesiones graves, no deben limpiarse con jabón, alcohol, agua oxigenada o inyectable, porque retrasan el proceso de cicatrización debido a que provocan daño celular en la piel.
No es recomendable aplicar alcohol directamente a las heridas, pues independientemente del ardor que causa, no elimina las bacterias, únicamente destruye la capa protectora de muchas de éstas. Es mucho más efectiva el agua oxigenada o las sustancias antisépticas que contienen Hipoclorito de sodio, Ácido hipocloroso, Cloro libre, Agua superoxidada y Oxígeno entre otros.
En algunos lugares se suele aplicar el jugo de cítricos, en especial el limón como sustancia antibacterial. Esta práctica puede ser útil como medida emergente ya que la vitamina C presente en los limones, estimula a que el sistema de defensa de nuestro cuerpo cure las heridas más rápido. Además, este importante nutriente es fundamental para proteger los tejidos, desinflamar las lesiones y golpes.
La violeta de genciana es un colorante antiséptico que se usa en las comunidades rurales para tratar heridas, quemaduras, infecciones orales, y algunas lesiones cutáneas. Su uso en la actualidad es poco común, además de que dificulta la vigilancia de la evolución de la lesión, pues su color azul no permite ver uno de los datos de infección inicial en las lesiones como lo es el rubor (enrojecimiento).
El Benzalconio, conocido comercialmente como Merthiolate o Mertodol se usa de manera tópica como antiséptico y desinfectante. Actualmente su uso es en menor porcentaje debido al ardor que causa su aplicación y ha sido reemplazado por las soluciones antisépticas comerciales (con los componentes ya comentados) que no producen ardor.
Por tradición cultural se utilizan cataplasmas (tópico de consistencia blanda que se aplica para efectos medicinales), que en muchas ocasiones son más perjudiciales que benéficos. Entre las sustancias que se encuentran como cataplasmas tenemos el café en polvo, excremento de paloma u otros animales, aloe vera, corteza y hojas de árboles, barro y muchos otros dependiendo del área geográfica. Está práctica no es recomendable.
Después de lavar la herida, se debe detener el sangrado. Esto se realiza haciendo compresión suave con una venda, tela limpia o gasas. Se recomienda aplicar presión directa y constante durante 15 minutos, además de elevar la zona. Es importante resistir la necesidad de mirar la herida después de unos minutos para ver si el sangrado se ha detenido, ya que al hacer esto, el flujo de sangre rompe el coagulo formado y el sangrado se vuelve activo.
Si la sangre emana de la herida de forma continua, hablamos de un sangrado venoso que puede ser controlado con compresión. Por el contrario, si el sangrado se presenta de manera pulsátil, nos habla de un sangrado arterial que amerita compresión con vendaje en lo que se recibe lo más pronto posible atención médica. No es recomendable el uso de torniquetes si no se tiene preparación o experiencia para hacerlo.
Es importante evaluar la longitud y profundidad de la lesión, su tipo de sangrado (arterial o venoso) y la parte del cuerpo lesionada, para determinar si necesita atención médica inmediata o puede tratarse de manera ambulatoria (en el hogar o donde se encuentre la persona).
Dependiendo de su longitud o profundidad puede necesitar puntos de sutura que ayuden a una pronta mejoría. Una herida con más de 6 horas de evolución (tiempo que ha pasado desde que se produjo) NO SE DEBE SUTURAR, pues tiene un gran riesgo de dehiscencia o infección.
Así mismo, durante el proceso de cicatrización, se debe observar el color, la temperatura o el aumento del volumen de la herida (rubor, calor, dolor) como datos de infección para acudir a valoración médica inmediata.
Existe la creencia de que ciertos alimentos retardan la curación de las heridas, como el frijol, huevo, chile, leche entre otros, pero esto no es así.
Los alimentos que pueden retrasar la cicatrización son aquellos que contienen altas cantidades de grasas, azúcar y sal, y que tienen bajo contenido de nutrientes, por lo que se recomienda una alimentación sana y balanceada.
Un aspecto fundamental para la curación o cicatrización de las heridas es el sistema inmunológico.
Por lo general, los pacientes diabéticos, oncológicos, asmáticos, renales, con uso crónico de esteroides o depresores del sistema inmunológico, tienen un riesgo elevado de complicación o retardo en la curación de las heridas. Por eso es necesario informar al médico tratante de las condiciones de salud o medicamentos utilizados, a fin de recibir indicaciones médicas que favorezcan la sanación.
En síntesis, es imprescindible tener en casa un botiquín de primeros auxilios que nos permita atender de manera inmediata las heridas. Así como evaluar una pronta atención médica dependiendo de las características de la lesión y sobre todo ¡No ahorrar en salud!
Más vale una atención oportuna que una complicación que afecte nuestra economía, nuestra capacidad física o incluso nuestra vida.