Torcasio
En una noche helada, en que caía mucha, pero mucha nieve, nació Torcasio, un reno con nariz roja, desgarbado y sin gracia. Hijo de una pareja de renos resfriados.
Desde el primer día todos renos lo molestaban y se reían de él. Así que se refugiaba en el bosque donde platicaba con los pajaritos, las liebres o las ardillas. Solo volvía con los suyos para dormir.
Un día cerca del río se le apareció el hada del bosque.
— ¿Por qué estas triste Torcasio?
—Es que los demás renos se burlan de mí, ellos son muy elegantes y yo no tengo nada de eso.
—Puedes cambiar si tú quieres, incluso yo te puedo ayudar para que lo logres.
— ¿Es en serio? No veo como podría ser un reno elegante, así nací: torpe.
—Vete hasta aquel árbol y camina hacia acá. Yo te diré qué hacer.
Cuando Torcasio venía de regreso, el hada le dijo:
—Tienes que caminar más despacio y sin atropellarte.
En la siguiente vuelta, le sugirió que lo hiciera con la cabeza erguida, y así, poco a poco, mejoró su andar.
Un día, rumbo a su práctica de entrenamiento, vio un cartel pegado en el tronco de un árbol que decía:
“Santa Claus busca renos para su nuevo equipo de . trabajo. Los interesados presentarse la siguiente luna , llena en el claro del bosque”.
Cuando se lo comentó al hada, ésta lo animó a participar:
—Vas muy bien Torcasio, si le dedicas más tiempo y esfuerzo, estoy segura de que serás seleccionado.
El reno le echó muchas ganas, y cada vez lo hacía mejor. Cuando estuvo listo le dijo:
—Te felicito. Tu esfuerzo y perseverancia han rendido frutos. Ahora si vas a sorprender a todos.
La luna llena asomó de entre las nubes. Cuando Torcasio llegó a formarse, y lo vieron los demás renos comenzaron a fastidiarlo: “Salte de la fila”. “Ni lo sueñes, no quedará seleccionado”. “Vete, sólo harás el ridículo”. Después de cada grito sonaban las risotadas.
Cuando llegaron Santa y el jurado, dieron la orden que la fila avanzara. Torcasio se irguió y sus astas quedaron muy altas, iba bien limpio, cepillado y lucía con gran garbo. Al observar su paso marcial el jurado lo seleccionó. Los demás no lo podían creer.
— ¿Cuál es tu nombre?, le preguntó Santa.
—Torcasio señor.
—Muy bien, tú serás el guía de mis renos, esa nariz roja nos será de mucha utilidad. ¿Sabes?, en mi país, te llamaríamos Rodolfo, que quiere decir el que alcanza la gloria y persevera con amor, ¿estás de acuerdo? He visto todo lo que has hecho para llegar hasta aquí.
—Torcasio es mi nombre y ahora sé quién soy, pero que me llame Rodolfo sería todo un honor.
Ahí estaba el hada del bosque que aplaudió con emoción junto a una rana cantora, a quien le pidió compusiera de inmediato, una canción con el nuevo nombre.
Los renos pasaron de la sorpresa a la vergüenza, se sentían apenados por haberse portado tan mal con Torcasio, así que se acercaron a pedirle disculpas y prometieron que nunca
más se burlarían de nadie, por el contrario, cuando pudieran ayudar a sus compañeros así lo harían.
Por esos días empezó a sonar la canción de “Rodolfo el reno”, la misma que escuchamos en estos tiempos. Los padres de Torcasio, estaban muy orgullosos de él.