Autor: Padre Guillermo Serra, L.C.
DÍA 04 – SÁBADO DESPUÉS DE CENIZA (17 febrero)
¿Dónde estás? En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén, Breve silencio para ponerse en presencia de Dios, rogando a María Santísima sea nuestra compañera y guía en este camino hacia el encuentro con su Hijo Jesucristo.
ORACIÓN INICIAL: Señor, fortalécenos con tu auxilio al empezar la Cuaresma para que nos mantengamos en espíritu de conversión; que la austeridad penitencial de estos días nos ayude en el combate cristiano contra las fuerzas del mal. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén. (Oración colecta Misa miércoles de Ceniza)
CITA: Yahveh Dios llamó al hombre y le dijo: «¿Dónde estás?» Este contestó: «Te oí andar por el jardín y tuve miedo, porque estoy desnudo; por eso me escondí». El replicó: «¿Quién te ha hecho ver que estabas desnudo? ¿Has comido acaso del árbol del que te prohibí comer?» (Gn 3, 9-11)
REFLEXIÓN: La primera pregunta de Dios al hombre es un ¿dónde estás? Es una pregunta profunda, que interpela, pues Adán no logra responderla. Llega al punto de esconderse de la presencia de Dios. El miedo profundo después del pecado le hace perder la noción del lugar. Ya no está en el lugar que le corresponde, el lugar escogido y querido por Dios para él y Eva para siempre. Es más, esta “desubicación” de Adán, nubla su entendimiento y voluntad hasta el punto que ya no sabe quién es. Se descubre desnudo quien antes no lo estaba. Es la desnudez del desorden, de la culpa, del remordimiento. Ya no sabe quién es y por eso se tiene que cubrir, siente pena, miedo y por eso se esconde para no tener que rendir cuentas a Dios. El primer hombre nació del corazón de la Trinidad. Fue puesto al centro de la creación. Ahora, por el pecado, sale de la tierra prometida del corazón divino y se encuentra en un lugar agresivo, donde tiene que luchar entre el bien y el mal, cargando una fuerte inclinación hacia el mal, aunque poseyendo todavía su libertad. ¿No te sientes igual? Con un profundo deseo de la tierra prometida del amor de Dios pero peregrino en un desierto inmenso con tentaciones y espejismos. ¿Quién eres? ¿Quieres ser quien eres? ¿Dónde estás? El lugar que ocupas en tu vida, ¿es dónde deberías estar? En el fondo, la pregunta dónde estás que Dios hace a Adán, es tan profunda como ¿quién eres? Es como si Dios le dijese, no te reconozco, no eres el mismo que salió de mi corazón, estás desnudo, herido, deforme, sin fuerzas. Por eso, Dios, como hizo con Israel, te quiere llevar por el desierto para devolverte esa dignidad, limpiarte, sanarte y hacerte llegar a la tierra prometida de su Hijo: su corazón abierto y traspasado. Allí sí sabrás dónde estás y quién eres. Jesús está en el seno del Padre y estando allí sabe bien quién es: su Hijo. Tú también tienes que entrar en el corazón de Dios hecho hombre para saber bien quién eres. No sé dónde estés hoy, pero sí sé dónde quiero que estés al final de esta Cuaresma. Dios también lo sabe y allí te espera para abrazarte y decirte bien quién eres: su hijo redimido, su hija redimida.
ORACIÓN:
SABEMOS BIEN A DÓNDE VAMOS
En tierra extraña peregrinos
con esperanza caminamos,
que, si arduos son nuestros caminos,
sabemos bien a dónde vamos.
En el desierto un alto hacemos,
es el Señor quien nos convida,
aquí comemos y bebemos
el pan y el vino de la Vida.
Para el camino se nos queda
entre las manos, guiadora,
la cruz, bordón, que es la vereda
y es la bandera triunfadora.
Entre el dolor y la alegría,
con Cristo avanza en su andadura
un hombre, un pobre que confía
y busca la ciudad futura. Amén.
De un himno de la liturgia de las horas