El Fiscal entrometido, escribe Julio César Silva desde el Palco

La designación de Miguel Ángel Pech Cen como fiscal fue bien recibida en términos generales, debido a que goza de cierto prestigio, aunque hay quienes afirman que tiene pecados graves en su pasado como subprocurador de Justicia durante parte del gobierno de Joaquín Hendricks Díaz.

Dedicado en los últimos años a la academia, Pech Cen generó algunas expectativas que, sin embargo, con el paso del tiempo él mismo ha ido apagando por la falta de resultados, especialmente en la integración de los expedientes relacionados con los actos de corrupción del borgismo más reciente.

Así como en el Congreso, en la Fiscalía se actúa como quien conduce viendo solo a través del espejo retrovisor. Se ve solo hacia atrás y hay el riesgo de chocar por no atender lo que está de frente.

Desde luego que se debe atender y castigar lo de atrás, pero hay que hacerlo con objetividad, con la aplicación estricta de la ley a quienes hayan delinquido y no con rencores que derivan en venganzas en contra de quienes no deben y, por el contrario, se han dedicado a prepararse y trabajar.

En la Fiscalía hay acoso en contra de quienes prestaron sus servicios en la administración pasada, aún cuando no hayan tenido relación directa con el ex gobernador Roberto Borge y su círculo cercano que hoy están en capilla.

Desde su llagada a la Fiscalía, Pech Cen describió que a la dependencia en medio de un apocalipsis. Sin personal suficiente y preparada, pero todo parece indicar que sus colaboradores cercanos y él mismo se están dedicando a terminar por desmantelar lo poco bueno que había.

La Fiscalía tiene apenas tres abogados certificados como operadores de mecanismos alternativos de solución de controversia en materia penal dentro del sistema penal acusatorio.

La certificación es nacional. El año pasado la secretaría técnica encargada de implementar el nuevo sistema de justicia en el país lanzó una convocatoria para todos que los funcionarios interesados aplicaran un examen y se certificaran.

En Quintana Roo solo tres respondieron a la convocatoria y se certificaron.

Sin embargo, cansada de acoso laboral por parte de colaboradores cercanos del fiscal y del propio Pech Cen, una de las abogadas certificadas renunció. No le hicieron la vida cansada porque fuera incapaz, porque no hiciera su trabajo o por irresponsable.

Su pecado es ser pareja de otro profesional que, como tal, prestó eficientemente sus servicios en la administración pasada.

Al día de hoy no hay quien atienda los casos que se iban desahogando dentro de esos mecanismos alternativos y por consiguiente los usuarios están molestos con una fiscalía en la que, todo parecer indicar, se pretende hasta normar la vida privada de las personas.

 

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