La Palmera Locochona, de Leticia Flores

En la isla de Holbox vivía una palmera que cuando se alocaba, cosa que sucedía muy a menudo, empezaba a agitar sus hojas para un lado y otro, con rapidez, sin armonía y con cierta agresión. No se sabía si tenía tortícolis o si recordaba alguna melodía rockera, eso era un misterio. Algunos turistas que se resguardaban bajo su sombra, enseguida se iban a otro lugar, porque era tal la intensidad que no podían relajarse.

La palmera se movía como si un huracán fuera a arrancar su tronco. Intrigado, su vecino arbusto decidió salir de dudas y le preguntó:

— ¿Por qué no te puedes quedar quieta?

—Quiero llamar la atención, por eso uso estos lentes modernos y coloridos, pero ya ves, nunca nadie repara en mí. –dijo la palmera con voz grave y profunda.

El arbusto vio sus lentes fosforescentes y pensó: “Es una palmera extravagante”.

—No, no me mires así y observa: La gente se sorprende con el color y la transparencia del mar, se deslumbra con la arena blanca y se ilusiona con subir a uno de esos yates.

—Uuuy y en agosto es peor.

— ¡Claro!, todos vienen a ver el tiburón-ballena. Ni tú ni yo existimos.

Ambos guardaron silencio.

—Yo creo que si meces tus hojas con suavidad, sería más agradable tu brisa y sentirían tu buena vibra. La gente se acercaría mucho más. ¿Por qué no pruebas? Sugirió el arbusto.

—No lo creo, siempre será más bello el mar, más interesante el tiburón-ballena y todo lo demás.

— ¿Y serías capaz de quedarte quieta todo un día?

—Hmmm no, sería muy complicado.

— ¿Y si se tratara de un reto?

— ¡Me gustan los retos!

Cuando amaneció Locochona se puso sus lentes amarillos e intentó quedarse quieta, era el viento quien mecía sus hojas con suavidad. Conforme iba haciendo más calor las personas querían estar junto a ella. Ahora emanaba frescura y tranquilidad.

La gente se acercaba y hasta se tomaba fotos abrazando a la palmera. En la noche cuando se fueron todos, el arbusto le preguntó:

— ¿Cómo te sientes? ¡Cuéntame!

—Lo disfruté mucho, vinieron muchas personas para refrescarse. Sonreían y me sentí feliz. Algunas, hasta se tomaron “la selfie” para el Facebook. Tengo que admitirlo, tenías razón, no tengo que ser tan agresiva.

Desde ese día en Holbox, además de un sol brillante, arena blanca, agua cristalina y azul, hay también un gran cartel que a la letra dice:

“En su visita a Holbox no olvide tomarse una foto con la Palmera Locochona”.

 

 

En cancunmio.com agradecemos la colaboración de la escritora Leticia Flores Delfín, por compartir sus cuentos e ilustraciones, dirigidos a los niños, que encantan a los padres de familia por la reflexión que cada uno de ellos deja.

 

Los cuentos los pueden adquirir en la tienda de Regalos Chely, frente a la caja 23 del Soriana ubicado en Andrés Quintana Roo esquina con avenida Kabah en Cancún o bien en Inbox de Letika Flores del Facebook.

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