No a la dramatización, escribe Julio César Silva desde el Palco

 

Cuando salimos de viaje solemos averiguar cómo estará el clima en el lugar al que iremos, investigamos todo sobre la seguridad o los riesgos que se corren en los lugares que se visitarán y con base en ello tomamos nuestras previsiones.
Lo que hizo el gobierno de Estados Unidos hace unos días, cuando emitió alertas de viaje a sus ciudadanos que visiten México, es justamente proveer de información a sus viajeros para que éstos tomen sus precauciones. Así es como debe verse.
Hasta finales de la década de los 90 el gobierno mexicano se estresaba cuando se acercaba la fecha en la que Estados Unidos publicaría una especie de lista negra de países que no cumplían sus acuerdos de combatir el tráfico y la producción de drogas.
De hecho, la lista se sigue publicando, pero México ya no recibe las amonestaciones de antes, pues éstas desaparecieron conforme el gobierno mexicano aceptó asistencia financiera y técnica de Estados Unidos en el combate del narco.
Sin embargo, las alertas de viaje del gobierno estadounidense se convirtieron en una piedra en el zapato, pues más allá de que estén justificadas o no por un riesgo real ha habido evidencias de manipuleo para afectar a los destinos turísticos mexicanos y favorecer a los de Estados Unidos con los que se compite por algunos segmentos de viajeros.
Pero la nueva alerta, que tanto alegró a quienes antes se preocupaban por el tema, se inscribe en el contexto del “bullying” que el gobierno de Donald Trump emprendió contra México desde su campaña proselitista.
Estados Unidos decidió poner la mencionada alerta sobre la mesa de las renegociaciones del Tratado de Libre Comercio. Lo que Trump pretende hacer es poner en jaque al gobierno mexicano para quebrar la resistencia a sus pretensiones supremacistas.
Y para ello en el mismo día anunció que muy probablemente Estados Unidos abandone el acuerdo comercial y dio a conocer la alerta de viaje. Lo que quiso fue cerrar la pinza contra México.
Si bien es cierto que hay una lucha entre grupos del crimen organizado en varias regiones de México, incluso en Quintana Roo, también lo que es que ésta se encuentra confinada a zonas alejadas de los lugares donde los turistas realizan sus actividades.
Al margen de la actividad de los grupos criminales, en los últimos seis años Quintana Roo ha recibido a casi 100 millones de turistas y los que han muerto durante sus vacaciones en el Caribe Mexicano, alrededor de 60, fallecieron en algún accidente o por causas naturales.
Más que preocuparse en una recomendación de un gobierno a sus ciudadanos, que se da en un contexto de presiones políticas hacia México, la industria turística quintanarroense debe ocuparse en mantener bien informados a los visitantes con trípticos o carteles con datos y recomendaciones que combatan los mensajes mal intencionados de fuera.
Además, las autoridades de todos los órdenes de gobierno deben tomar la alerta no como un regaño, una censura o sentirse exhibidos, sino reforzar las acciones implementadas en las últimas semanas que han demostrado su efectividad y trabajar en generar una mejor percepción ciudadana.
Nadie debe dramatizar en un hecho motivado por la subjetividad, pero así como se hizo para salir de la lista negra de países que no combaten al narco, también hay que buscar no estar en los famosos “warnings”, pero no hay que dejárselo todo al gobierno.

 


Correo: jsilva@palcoquintanarroense.com.mx
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